viernes, septiembre 22, 2006

Apichatpong llega a España



Con años de retraso se estrena en España (con una distribución lamentable, todo es cierto) "Tropical malady", la película que consagró internacionalmente a Apichatpong Weerasethakul, colocándole como pope de la última generación cinéfila. Antes de nada tengo que reconocer que la segunda hora de "Tropical malady" fue, me atrevería a decir, la experiencia más dura que he vivido delante de una pantalla, pero comprendo a todos aquellos que quedan hipnotizados, fascinados y hechizados con la maestría audiovisual de Apichatpong. A mí me parece que la película se queda en un formalismo y un experimentalismo bastante hueco que únicamente sirve como vehículo a una historia pretendidamente alegórica y que queda lejos de mi comprensión occidental (más allá de la visión más primaria).

Así que quien quiera vivir una experiencia radical, que entre a ver Tropical Malady; para mí acabó convirtiéndose casi en una tortura (tengo que decir que la primera hora me resultó bastante interesante) que puso a prueba mi paciencia como espectador. Aquí dejo las dos críticas de
Miradas de cine, una a favor y otra en contra:

En contra, Jorge-Mauro de Pedro
A favor, Manuel Yáñez

domingo, septiembre 17, 2006

The World, de Jia Zhang-Ke


Estos días, a raíz de la Mostra de cine de Venecia, se está desarrollando en Internet un interesante movimiento de respuesta a la crítica española de los medios generalistas, que parece empeñada en descalificar y echar por tierra toda novedad cinematográfica que se salga de los límites habituales. Lo cierto es que esto ocurre desde hace bastante tiempo, pero ahora hemos llegado a cotas impensables. Nos encontramos, por ejemplo, con que estos críticos no han visto la película ganadora amparándose en excusas poco creíbles, refugiándose después en sus puestos de francotiradores para encauzar el temporal. No sé si serán conscientes de que su apoyo a películas como "The Queen", o "Bobby" (de cuya valía no dudo, al menos hasta que las vea) no va a tener excesiva repercusión, pero su desprecio al cine de los Straub, Tsai Ming Liang, Jia Zhang Ke o Apichatpong Weerasethakul contribuirá a la ignorancia de los distribuidores y la desinformación general del público. Pero bueno, para más información dejo un enlace al artículo que ha publicado sobre el tema la revista Tren de sombras.



Y ahora nos centramos en "The World", la película de Jia Zhang Ke anterior a su reciente ganadora del León de oro, "Naturaleza muerta". La premisa de partida ya resulta muy interesante: estamos en un parque temático que se vende como una representación del mundo, con réplicas a escala de los monumentos más representativos del orbe: tenemos las torres Eiffel y de Pisa, el Big Ben, el Arco del triunfo, y muchos más..., ¡hasta las torres gemelas!. Este escenario funciona como metáfora quizás demasiado grande, que nos presenta la imparable globalización, la apertura de la nueva China, la invasión capitalista, la colonización de la imagen y la tecnología... Todo dentro de un microcosmos de personajes que son prisioneros del mundo, nunca mejor dicho, y viven enclaustrados en cajas de cerillas con literas y paredes carcomidas. Sin embargo, no hay más que cruzar una agrietada y desgastada puerta para encontrarnos con el lujo y el despilfarro de un ambicioso parque temático.

La película se centra, fundamentalmente, en la vida de dos trabajadores del parque que llevan su extraña relación de pareja de un modo que a veces parece acercarse al amor, otras a la inercia, y otras a la supervivencia. Él trabaja en la seguridad del parque, vigilando a lomos de su caballo, mientras ella baila en los espectáculos diseñados para los turistas. Tenemos así una nueva dualidad, la que marcan los elocuentes silencios de las habitaciones y los efusivos bailes de las chicas (esto me recuerda "Shara", la cinta de Naomi Kawase, y lo que allí era un baile de exorcización y liberación, atado a la tradición popular, se convierte en "The World" en una atadura más, una imposición de artificiosidad que contribuye a la represión de los personajes).

La narración se nos presenta lineal en todo momento, pero, cuidado, no de la manera habitualmente lineal, sino de un modo muy fragmentado, como si no fuéramos capaces de aprehender toda la realidad y tuviéramos que conformarnos con desentrañarla a partir de detalles de exquisita pureza. Hay también otras experimentaciones visuales muy interesantes, que no quiero desvelar, que funcionan unas veces como metáfora, otras como elegante elipsis, y otras como plasmación de los sentimientos más íntimos del personaje en cuestión. Pero si por algo se caracteriza la película es por la forma en que todos los personajes reprimen sus miedos y sus necesidades, convirtiendo a una desconocida que habla otro idioma y con la que es imposible la comunicación en la mejor amiga, o haciendo de una hipotética boda un refugio de seguridad. Y además de una crítica claramente política, tenemos también crítica social más directa, a las condiciones de trabajo en China y la ausencia de derechos de los obreros (lo que me trae a la mente una estremecedora película china también inédita por estos lares, "Blind Shaft", que versaba totalmente sobre esto, centrándose en el submundo de los mineros).



Posiblemente la fragmentación de la que hablaba antes sea la responsable de que no termine de entrar del todo en la película. La magnífica sensibilidad de Jia ante ciertos detalles dibuja escenas maravillosas que, en ocasiones, no alcanzan el clímax ante las radicales elipsis que nos desplazan continuamente y exigen al espectador un esfuerzo de rehubicación. De todos modos, ese peaje es mínimo, y la recompensa mucho más que satisfactoria.

Conforme avanza el metraje se van superponiendo más personajes a los dos protagonistas centrales, con historias que se nos pintan a ráfagas (al igual que la principal) y que contribuyen a crear el clima de desesperanza y pérdida necesario que busca el director como metáfora de un tiempo y una situación política y social mucho menos alagüeña de lo que algunos pretenden hacernos creer. Una desesperanza que sólo puede tener un final... ¿O un principio?

PD: para los que hablaban de gran sorpresa en el festival de Venecia y trataban a Jia Zhang Ke como un neófito, dejo este enlace de una página americana que sitúa dos de sus películas entre las cien mejores de lo que llevamos de siglo en la cinematografía mundial.

jueves, septiembre 14, 2006

Truffaut, Godard, Marker y los franceses

No sabía qué película comentar de las tres que he visto en las últimas veinticuatro horas, así que tomaré el camino intermedio, porque tienen bastantes cosas en común, como que son francesas y próximas a la Nouvelle Vague.



Primero he entrado de lleno en el Chris Marker más puro con su obra maestra Sans soleil, de la cual recomiendo la crítica de Tren de sombras y Miradas. No tengo más que añadir a eso. La película es imagen y memoria, fascinante de principio a fin. Y me quedo con un detalle: la genial aproximación a Vertigo, la peli de Hitchcock, que me lleva a pensar en otro gran homenaje que le hizo Terry Gilliam en 12 monos, que a su vez era un remake de La Jetée, del propio Marker... Curioso, ¿verdad?

Después me las vi con el penúltimo Truffaut que me quedaba, "El amante del amor", que no comencé con demasiadas expectativas debido a algunas cosas que había escuchado. La verdad es que la película tiene altibajos, pero está rodada con una ternura y una comprensión de los personajes admirables. Tiene momentos extraordinarios, y el fantasma de la misoginia que planea durante buena parte del metraje acaba dando la vuelta y demostrándonos que todo está en las personas...

Por último tocó Alphaville, o Lemmy contra Alphaville, del siempre polémico J. L. Godard. Hay que decir que es, de las que he visto, su película más narrativa accesible al gran público (sin olvidar que es Godard, claro). Se trata de una extraña mezcla de cine negro (desde el principio se aprecia la perenne sombra de Hammet) y ciencia ficción, aunque resulta algo extraño ver el futuro como si fueran los años 60 (en cuanto a vestuario, decorados y demás). Además, tenemos las cosas de Godard, siempre interesantes: innumerables citas cinéfilas (Nosferatu), literarias (Paul Eluard), de cultura popular (Dick Tracy, Flash Gordon), disgresiones surrealistas, diálogos líricos y filosóficos, y experimentales juegos de luces (maravillosa secuencia en el hotel). Y aquí resaltar otra cosa. Truffaut realizaría dos años después Farenheit 451. Godard siempre fue el cerebro y Truffaut el corazón de la Nouvelle Vague. En Alphaville se consigue la alienación de la persona mediante restricciones emocionales (llorar equivale a ser condenado a muerte) que conducen a la anulación intelectual. En Farenheit ocurre al contrario, la censura intelectual de la prohibición de libros transforma a los habitantes en seres asépticos, sin emociones. ¿Dos maneras diferentes de llegar al mismo lugar? ¿Por qué Godard elige la supresión emocional y Truffaut la intelectual? ¿No sería más lógico lo contrario?



En fin, he estado pensando y creo que Francia tiene el mayor número de grandes directores de la historia del cine.

-Hermanos Lumière
-George Meliès
-Jean Vigo
-Abel Gance
-Marcel Pagnol
-Jean Renoir
-René Clair
-Marcel Carné
-Jean Cocteau
-Julian Duvivier
-Jacques Tati
-Jacques Becker
-H. G. Clouzot
-René Clement
-Robert Bresson
-Max Ophüls (éste de adopción)
-François Truffaut
-Jean LUc Godard
-Eric Rohmer
-Claude Chabrol
-Jacques Rivette
-Alan Resnais
-Jacques Demy
-Agnès Varda
-Chris Marker
-Louis Malle
-Jean-Pierre Melville
-Claude Sautet
-Jean Eustache
-Maurice Pialat
-Philip Garrel
-André Techiné
-Bertrand Tavernier
-Leos Carax
-Erick Zonca
-Robert Guediguian
-Patrice Leconte
-Olivier Assayas
-Laurent Cantet
-Arnaud Desplechin
-Claire Denis


Y me dejo muchos muchos en el tintero (unos sin querer, otros a propósito...) ¿Alguien da más? ¿Cuál sería vuestro pódium? Yo creo que me quedaría con Bresson, Rohmer y Truffaut, sin ningún orden, y en el banquillo Godard y "los breves": Eustache y Vigo... Pero está difícil...

martes, septiembre 12, 2006

Tiempos de amor, juventud y libertad (Three Times), de Hou Hsiao Hsien

De todo se ha oído sobre esta película, desde los que la califican como obra maestra hasta los que la detestan sobre todas las cosas. Así que tenía que verla para decirdirme por una de las dos corrientes..., o por ninguna de ellas. Ya sabemos todos que son tres historias en tres épocas diferentes (1966, 1911, 2005, por ese orden) que intentan hacernos contrastar las distintas (o similares en el fondo) formas de amar en cada una de ellas.




"Tiempos de amor, juventud y libertad" comienza con una hipnótica escena en una mesa de billar compuesta como una sinfonía de primeros planos que parece querer avanzarnos lo que va a ocurrir durante la película. La bolas se deslizan por el tablero, unas veces lenta y sigilosamente, otras con furia y violencia, del mismo modo que puede expresarse la pasión amorosa; unas jugadas parecen defensivas, otras ofensivas, pero, por muchas vueltas que den, las bolas siempre terminan llegando a su destino... La protagonista de esta primera historia trabaja en unos billares, y por su vida van pasando hombres que terminan yendo a la mili y dejándola con el único sabor de una carta almibarada remitida con meses de retraso. Por eso ella va cambiando de trabajo, pasando de un billar a otro, en una búsqueda que simula un huída constante pero termina siendo un refugio de esperanza. Ella piensa que un amor verdadero la perseguiría a uno u otro lado, se siente débil, se cobija en sí misma en la esperanza de que alguien la ampare, y así sobrelleva su vacío existencial, vaciándose de emociones y desencuentros. Cepilla cada mañana las mesas de billar con un mimo excesivo, en una especie de sacralización íntima, como si las miradas de los jugadores de la noche anterior quedaran sobre esa mesa y ella tuviera que barrerlas para poder afrontar una jornada más. Vemos que sufre, que siente íntimamente todo lo que acontece a su alrededor, y vemos sus carencias, la ausencia de alguien a quien poder confesarse, con quien poder intimar. La sublimación del dolor, de la angustia de vivir. Vemos su cara, vemos sus ojos. Entonces cambia de ciudad y uno de esos hombres la busca, parece que la quiere de verdad, hace todo lo posible por reencontrarse con ella, volver a verla. Él parece convencido de que ella lo quería de verdad, y lo que parece una huída puede que sólo sea un refugio. Ella necesita que alguien le demuestre el amor de ese modo, lo necesita para sobrevivir, para soportar el peso de la vida. Esperanza, eso es todo.


Ya se ha dicho que esta historia está muy cercana al cine de Wong Kar Wai, y es cierto: por la época, la utilización de la música, el minimalismo introspectivo... Pero hay algo que no termina de convencerme, y son los subrayados contínuos que las letras de las canciones realizan sobre las imágenes. Por ejemplo, en el último plano, que podría ser maravilloso, mientras esperan el autobús y sus manos entran en contacto por primera vez de una forma tan furtiva, suena la canción "Rain and tears", diciento algo así como "dame la respuesta de tu amor", que viene a ser lo que los dos protagonistas piensan en ese momento. De todos modos, el conjunto me parece maravilloso, una auténtica delicia de principio a fin.


"El tiempo de la libertad" me desconcierta y es la única que me parece fallida. Se sitúa en 1911 y es cine mudo, pero no mudo en plan Kim Ki Duk, sino mudo con intertítulos y todo. No me parece suficiente justificación el hecho de que en 1911 se destilara el cine mudo, pero le doy vueltas y no encuentro otra respuesta. Aquí, el estilo de Hou me parece irregular, alternando momentos de extrema sensibilidad con otros a los que no encuentro demasiado sentido, ya que no creo que contribuya a la comprensión de los sentimientos íntimos de los protagonistas como sí ocurre en todo momento en las otras dos historias. Otro problema por el que cuesta entrar es la ruptura tan radical con el primer episodio, que el espectador debe asimilar mientras avanza el actual.


Aquí vemos cómo la protagonista debe retraerse, contener sus sentimientos, ahogar en sí misma lo que la corroe por dentro. Ella no se explica que el hombre que la visita ayude a una compañera suya, casi desconocida para él. Y mientras ella sufre, es consciente de la injusticia y sabe que nunca recibirá nada de él que, claro, parece no enterarse mientras queda como un héroe por haber ayudado a la otra chica de una forma totalmente altruista. Hay mucho más que rascar, pero me quedo con dos momentos muy especiales en los que podemos percibir el sufrimiento de la mujer, ambos en la parte final: cuando escucha al otro lado del tapiz y cuando pasa lentamente el dedo por la carta de su amado, con una mezcla de tristeza, despecho y desesperanza. Estas son las cosas que te hacen entrar en la película, pero por desgracia llegan muy al final de la historia, cuando ya comienza la tercera.


Y nada más llegar al "Tiempo de la juventud" nos viene a la cabeza la magna obra de Hou "Millenium Mambo", con la que guarda más de una similitud. Pero en esta historia nos encontramos con un alud fascinante de ideas y sensaciones, que bombardean al espectador sin cesar. Estamos en el presente más arisco y radical, el que convierte la tecnología, los móviles, los ordenadores, los objetos, en grilletes que apenas nos dejan respirar. Deshumanización por doquier. Los protagonistas se mueven en apartamentos claustrofóbicos, abigarrados, museos que convierten lo moderno en reliquia y simbolizan la mentira de nuestro mundo. En la primera historia quedaba el refugio de la huída, pero aquí estos objetos nos atan y nos convierten en máquinas de egoísmo, con sentimientos que siempre se dirigen hacia dentro, nunca hacia afuera. Las discotecas y las drogas parecen haberse convertido en el único refugio, y la amistad y el amor son lastres que hay que superar. En las otras dos historias el contacto físico apenas existía, no había sexo, todo era furtivo, callado, sutil. Aquí, por el contrario, los protagonistas se tratan como trozos de carne. Se besan, se abrazan, copulan, todo ello sin que nunca importe el sentimiento del otro. Sólo importa el propio ego, la satisfacción primaria (que acaba siendo otro lastre). No hay salida, no hay comprensión, nadie escucha, todo es imagen, tenemos "amigos" porque hay que tenerlos y tenemos que hacer lo que queramos para demostrar que somos independientes. Me ha parecido ver que Hou apunta un posible responsable de todo esto, que no es otro que la propia sociedad que hemos montado y que nos bombardea continuamente con las manidas ideas de independencia, libertad y "sé tú mismo". (Sin ir más lejos, una de las canciones que canta la protagonista dice algo de eso en su letra). Y con esas ideas que a priori parecen tan puras y elevadas sólo conseguimos que los que se integran sean absolutos egoístas, y los que no lo hacen se vuelvan personas totalmente dependientes y alienadas, como la amiga de la protagonista.



Esta tercera parte me parece sublime, y aunque recuerde a "Millenium Mambo" creo que tiene una intensidad mayor, al condensar en menos minutos tantas o más ideas que aquella. Es una gran reflexión sobre el sentimiento colectivo de la juventud actual, actualizando maravillosamente ese sentimiento de desorientación que Antonioni supo plasmar como nadie durante los 60 y 70. Son jóvenes y hacen creen que no tienen necesidades, pero no es así, puede que ahí esté el problema. Escuché el otro día que el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de una amplia franja de edad, sólo superada por los accidentes de tráfico. Así que quizás la visión de Hou no sea tan tremendista como pudiera parecer.


Muy importante en toda la película es la fotografía, espléndida en las tres historias. En la primera con un predominio del verde, la muerte, lo irreal, que nos sugiere el fallecimiento de un amor que sólo podrá renacer al final, con la lluvia y las esperanzas al viento. En la segunda todo es marrón, apagado, contenido, de acuerdo con los sentimientos a los que forzaba la época. Y en el tercero todo es modernidad, neones, luces mortecinas, confusión, derrota... La fotografía sirve para mostrar estados de ánimo, pero también para que nos fijemos en cada gesto de cada personaje, lo que en esta película tiene una importancia capital.


Por último, me quedo con la idea de que el amor es lo único que puede servir (expresado de maneras muy diferentes según las circunstancias), para sobrellevar la angustia existencial que nos creemos exclusiva de la época moderna pero que realmente siempre ha estado ahí.


Mucho más de sí daría esta película para analizar, pero a estas horas creo que ya me he extendido más de la cuenta. Dejo enlaces a críticas de otros lugares, algunas de ellas totalmente contrarias a mi opinión (horrorizadas con el film), que así podrán aportar otros puntos de vista mucho más ricos.

sábado, septiembre 02, 2006

Exámenes...

Pensaba escribir una entrada más sobre algún libro o película antes de empezar los exámenes, pero el tiempo se echa encima y sólo puedo decir que a partir del día 12 me resarciré. Viviré una semana de tres o cuatro raciones diarias de pelis y, como postre, el primer volumen de En busca del tiempo perdido (llevo unas treinta páginas y estoy maravillado, pero no quiero precipitarme). Hasta entonces, diez días de estrés y desconexión cibernética...