miércoles, junio 25, 2008

These days

Aunque me salga de la línea del blog, no puedo dejar de copiar un texto anónimo que ha aparecido en mi poder como si llegara del cielo, metiendo la mano en la cajonera de un aula donde tenía clase. Creo que Auster podría hacer un buen libro a partir de esto. Y lo que más me gusta es imaginar la historia real (¿o será todo una ficción?) que pueda haber detrás; ¿se podrá saber algún día o quedará oculta en la infinidad de historias que revolotean a nuestro alrededor?




Son esos días en que no puedes leer en el metro. Termina la jornada y aún quedan horas de sol, pero sólo deseas llegar a casa y tener intimidad. Se abren las puertas y pasas al último asiento libre, junto a la ventana, mirando a través de ella en sentido opuesto a la marcha. No puedes dejar de pensar. Poco a poco, la realidad se difumina; vas creyendo que la gente que ves en el otro vagón, entrando y saliendo, moviéndose en una extraña coreofrafía de diáfanos movimientos, está a tu alrededor y no te ve. Crees que el cristal es un espejo y te has convertido un fantasma. Por fin eres libre de romper a llorar como has estado deseando, de pasar desapercibido y ser invisible. Y entonces algo roba tus lágrimas, un pudor subconsciente que sabe que estás en medio del mundo, que las ilusiones son etéreas y sigues siendo real. Por momentos te parece que miras en el sentido de la marcha y, tras un parpadeo, descubres que era al revés. Se anuncia la próxima parada y la realidad y el sueño se entremezclan. Descubres que las imágenes que llegan a tu cerebro están sucias, difusas y llenas de rayaduras, como el cristal que tiembla ante tus ojos, sacudido por el traqueteo del metro. Te ves vulnerable, débil, cualquiera puede derribarte de un soplo, cualquiera puede enviarte a Júpiter de una patada. Vuelves pensando que no eres nada para nadie y, luego, cuando llegas a casa, la duda no te deja distinguir lo percibido con tus sentidos de lo creado por tu mente. Hay gente que te hace daño, pero eso no te importa porque no son nada para ti; te intentan aplastar, y habitualmente lo consiguen, pero la agresión, la molestia, se quedan en la superficie. Ellos te odian y tú los odias. Aunque no recomendable, es algo natural, ligeramente humano. Y quizás nadie tenga la culpa. Y entonces llega alguien a quien quieres de verdad, alguien de quien esperas todo porque tú intentas darle todo. En esas expectativas está el error. Llevas toda la vida abjurando de la reciprocidad. Siempre has dicho que hay que dar todo lo que puedas sin esperar nada a cambio, ¿por qué habrá que esperar algo? Entonces, a la hora de la verdad, cuando esperas un cierto detalle y éste no llega, algo se te clava y te atraganta, aunque al pensar racionalmente sabes que no tienes razón, que nadie puede adivinar tus pensamientos, que el único comportamiento extraño y egoísta es el tuyo, y aun así no puedes evitar sentirte mal. Te sientes una mota en el espacio, que es lo que realmente eres, pero piensas que si tuvieras una mínima importancia para alguien (no cualquiera, pero sí cualquiera que te importara), te sentirías mucho mejor. El miedo al vacío. El trayecto va llegando a su fin y no has sido capaz de abrir el libro que tienes entre las manos. Anuncian la penúltima parada. De repente, al otro lado del cristal,ves a alguien que te hace recordar algo, un detalle que alguien tuvo contigo y que quedó camuflado, nadie se enteró, ni siquiera tú hiciste señales de haber sido consciente, pero siempre lo supiste. Necesitas restregar tus ojos, y piensas que si se pudiera predecir hasta el mínimo detalle de cada comportamiento la vida sería demasiado aburrida. Quizás el problema está en que das demasiada importante a cada detalle, te lo han dicho más veces, aunque sólo algunas personas que ya te conocen bien. Para los demás, para cualquiera que te ve por la calle, en la oficina o en el supermercado, simplemente tienes horchata en las venas. Te creen un trozo de madera por lo inexpresivo, y piensan que pueden tirarte como un muñeco de trapo. No pasa nada. Entonces llega el momento de crisis, y gritas con el silencio de tu mirada esperando que alguien te oiga, que te lleve aparte y puedas hablarle. Puede que la gente que conoces te comprenda, pero no son adivinos. Hay un momento mágico muy difícil de captar. Cuando el milagro se produce, una extraña e íntima relación florece instantaneamente. Unas veces se llegará al final, otras será necesario amputar. Tú crees intuir los sentimientos de ciertas personas en cada parpadeo, pero no sabes que la mayoría de las veces te equivocas, que la mayoría de los instantes decisivos también pasan invisibles a tus ojos. Resulta difícil la convivencia, resulta imposible sentir sin salir damnificado. Se anuncia la próxima parada y te pones en pie. Sigue doliendo, pero mañana habrá pasado. Sólo quieres llegar a casa y dormir, y entonces recuerdas tus errores, lo que le hiciste sin querer, en algún momento, a esas personas que tanto te importan. La vida vuelve a ser espantosa. Pero hay que convivir con los errores.El vagón se detiene y es tu parada. Sales a la calle y enfilas el camino a casa. No queda mucho que pensar. La próxima vez, simplemente, se intentará hacer mejor.


Yo, en esos días en que no puedo leer en el metro pongo Manhattan en el DVD y la terapia resulta perfecta. Hay películas para pensar y películas para sentir.

viernes, junio 13, 2008

Vila-Matas vs Fresán

Dado que ahora no tengo tiempo para actualizar, convierto esto en agenda de eventos.

El sábado un imprescindible en la Feria del libro de Madrid.

Enrique Vila-Matas vs Rodrigo Fresán.
Sábado 14 de junio. 13:00-14:30.
Encuentros. Fundación Círculo de Lectores.

Promete ser jugoso :)

domingo, junio 01, 2008

Spider vilamatizado


Una de esas casualidades vilamatianas.

Entro en El país y leo el Dietario voluble de hoy. Veo que habla de Spider, una película de Cronenberg que siempre me pareció magnífica e infravalorada. Quizá en su momento no fue muy apreciada porque rompió el estilo del director al abrir su etapa de clasicismo formal. Trastocó las ideas preconcebidas. Se reinventó. Sin embargo, es personal como ninguna, turbia como todas. El nuevo Cronenberg me gusta incluso más que el anterior.

Entro en TVE y miro la programación. Esta noche, a las 4:00 de la madrugada, ponen en La 2 Spider, de David Cronenberg. Quien no la haya visto, que prepare su vídeo.

Ah, y la comparación con Antonioni y El desierto rojo no puede ser más acertada.